Dicen que hay regiones que tienen tanto de mágicas que tu primera ruta por Marruecos en autocaravana acaba convirtiéndose en el principio de una larga sucesión de encuentros.
Un lugar lleno de ciudades imperiales, preciosos pueblos y un desierto que atrapa al viajero en cuanto lo conoce. Y si un viaje a Marruecos es toda una experiencia, vivirla en autocaravana multiplica las posibilidades.
Sobre todo porque tendremos la opción de improvisar y también de dormir en lugares excepcionales donde disfrutar de noches completamente únicas.
Os dejamos nuestra propuesta con la Hymer Car Free 600, una camper van increíble para este tipo de viajes.
Si es tu primera vez en Marruecos, una buena toma de contacto es la ruta circular que puede alegarse de 15 a 20 días que sale de Tánger, pasa por Chaouen, continúa por Mequinez, Fez, Merzouga, Ouarzazate, Marrakech, Essaouira, Casablanca y llega a Rabat antes de alcanzar de nuevo Tánger.
Un estupendo viaje en el que, aunque no conoceremos todo lo que Marruecos puede ofrecer, sí descubriremos muchas de sus joyas al tiempo que conoceremos una cultura milenaria que se desarrolla en un paisaje de contrastes donde nos parecerá ir descubriendo muchos países en uno.
Tánger
Tánger la ciudad que acogió a romanos, fenicios, judíos y cristianos es el punto de partida de esta ruta.
Desde allí recorreremos parte de la N2 hasta las montañas del Rif llegando a la ciudad azul bautizada como Chaouen, que se encuentra enclavada a 600 metros de altura entre dos picos.
La mítica urbe de las montañas será un buen aperitivo que contrasta con la legendaria Mequinez, de la que cuentan que fue obra del empeño del sultán Moulay Ismail.
Había saqueado palacios y ciudades enteras para obtener la piedra y el mármol con las que construir las magníficas fortificaciones de Mequinez, una joya ahora restaurada que hay que visitar si no queremos perdernos una de las mejores sorpresas del viaje.
Fez
La conducción hasta Fez es fácil y es frecuente encontrarse con numerosas autocaravanas francesas. Posiblemente, lo mejor es dejar nuestro vehículo en el Diamant Vert.
Entrar en su ciudad vieja es sumergirse en un sinfín de callejuelas, puestos de artesanos y tenerías que parecen haberse parado en el tiempo.
Y perderse por ellas es otro imprescindible del viaje, igual que acercarse a la mezquita de Qarawiyin, la más importante de Fez, y para algunos historiadores también la primera universidad del mundo.
Se construyó en el año 859 bajo el mandato de Fátima al Fihriya, y desde entonces no ha dejado de expandirse hasta acabar convirtiéndose en el edificio más emblemático de esta ciudad.
Desierto del Sahara: Merzouga
De nuevo en la carretera, hay que prepararse para otros contrastes, y estos tan extremos que aunque vayamos avisados nos sorprenderán igualmente.
Porque nuestra ruta pasará ahora por el desierto del Sahara, un lugar que es motivo por sí solo, y más que suficiente, para planear un viaje a Marruecos. Desde Merzouga podemos adentrarnos en este mar de dunas y maravillarnos con un paisaje extraordinario que parece en continuo movimiento y, al mismo tiempo, completamente estático. Uno de los lugares más mágicos del país.
Ouarzazate
Desde allí nos dirigiremos después a Ouarzazate. El camping Atlas View es un buen lugar para pernoctar.
Marrakech
Y luego seguir por la famosa ruta de las Kasbhas para llegar después a Marrakech, recorrer sus calles y descubrir Jemaa el Fna, una peculiar plaza que atrae a los visitantes con sus astrólogos, encantadores de serpientes y acróbatas que se dan aquí cita hasta que los puestos de comida y los músicos ocupan el lugar de los anteriores en el centro de la medina.
Además el parking de la Koutoubia es un sitio perfecto para dejar estos vehículos.
Essaouira – Casablanca – Rabat
Aún nos queda conocer la costa oeste y sus espléndidas ciudades, como Essaouira, Casablanca y Rabat, antes de alcanzar de nuevo Tánger y dar por terminado el que seguramente se convertirá en el primero de muchos viajes al mágico Marruecos.
Una experiencia inolvidable que todo autocaravanista debería probar. Seguro que el primero de muchos viajes al vecino del sur.