Ré y Olerón, dos islas muy terrestres

Burros de pelo largo, recolectores de ostras, faros espléndidos, pueblos perfectos para el retiro, calles blancas repletas de flores, playas de arena fina y dunas, rincones como sacados de una postal antigua… Quienes busquen conocer la esencia de la Francia más luminosa y también más desconocida, la de la vida sin prisa donde reina el relax en forma de pequeño paraíso, tienen un destino perfecto en las islas de Ré y Oleron, al oeste del país.

Y recorrerlas en autocaravana es toda una aventura de la que no os arrepentiréis. Si además sois deportistas y lleváis con vosotros unas bicis, el viaje os saldrá redondo: hay decenas de sendas para ciclistas, y ni siquiera habrá que hacer grandes esfuerzos para pedalear porque la superficie es llana, algo más que agradecer a este pequeño edén si no sois amigos de las cuestas.

Partiendo de La Rochelle, capital del departamento de Charente Marítimo, tan solo tendréis que recorrer unos 28 kilómetros para llegar al centro de Isla de Ré. Y eso incluyendo el puente de 3 kilómetros que une la isla con el continente, el mismo que lleva funcionando casi dos décadas. En cuanto se atraviesa, la famosa luz de esta parte del oeste de Francia os sorprenderá, porque esa es una de las características de esta isla que sirve de retiro a todo el que piensa en descansar y relajarse. Sin embargo, para los que prefieren la actividad, también hay decenas de planes que hacer en Isla de Ré.

Para empezar, no es una isla pequeña: tiene 30 kilómetros de largo y cinco de ancho, así que podemos recorrerla en unos cuantos días. Por ejemplo, podéis disfrutar de la ciudadela de Saint-Martin-de-Ré, seguramente el lugar más dinámico de la isla. Sus murallas en forma de estrella fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, aunque no es lo único interesante de este rincón francés.

El puerto, con sus características contraventanas verdes, azules y grises, y las estrechas calles peatonales, además de los famosos burros de pelo largo que seguramente os cruzaréis, son algunos de los atractivos de esta localidad. Si podéis, subid a la torre de la iglesia de San Martín, desde donde tendréis una estupenda panorámica del lugar.

Tampoco conviene perderse Ars-en-Ré, un precioso pueblo donde se respira relax. O La Flotte, muy cerca del fuerte de La Prée. Y menos aún el llamado faro de las ballenas el icono de la isla: tiene 57 metros de altura y su luz se divisa a más de 50 kilómetros.

Desde allí hasta la vecina isla de Oleron hay algo más de 100 kilómetros (tendréis que volver a La Rochelle y desde allí, bajar), pero el trayecto merece la pena. Especialmente cuando crucéis el puente y comencéis a disfrutar de los bosques de pinos que salpican la isla – en ellos hay varias rutas para los amantes del senderismo –, del paisaje que ofrecen sus viñedos y de las estampas que forman las antiguas cabañas de pescadores pintadas de colores. Podréis verlas por ejemplo en Château d’Oléron, también conocida como la ciudad de las ostras. Un lugar perfecto para disfrutar de nuestra autocaravana, porque hay numerosos lugares  acondicionados,  casi cincuenta.  Además el puente para llegar a Oleron es gratis.

Otro plan atractivo es coger un velero para acercarse a Fort Boyard, una original fortificación de piedra que sirvió como cárcel y acabó convertida en estudio de televisión. Sin olvidarse del puerto de Le Cotiniére, Saint-Trojan-les-Bains, Le Grand-Village-Plage, el faro de Chassiron… Un largo listado de posibilidades de las que disfrutar en un viaje diferente.

 

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