Atardeceres paradisiacos
Despedir el día desde un escenario de película, con tonos anaranjados tiñendo el horizonte mientras el sol se esconde, es uno de los placeres para los que los autocaravanistas tienen entrada en primera fila. Tan solo hay que decidir qué atardecer escoger de entre todos, porque a lo largo y ancho de España los hay muy especiales. Y para todos los gustos: en la costa, entre montañas, con un faro como protagonista, entre llanuras con encanto… Estos son algunos de los que merecen un viaje por sí mismos.
Cabo Home (Pontevedra). Asistir al espectáculo de ver cómo se va escondiendo el sol en la parte más occidental de la Península del Morrazo, a apenas unos metros de las Islas Cíes, acaba creando cierta adicción. La prueba es que la mayoría de los que lo han visto alguna vez no dudan en repetir si tienen ocasión. No solo porque la imagen es de postal, sino también por la tranquilidad que se respira en mitad de ese paisaje natural es espectacular. Y si os apetece rematar con una buena cena, el restaurante que hay a unos pasos del mirador de la Costa de la Vela es otro espectáculo que no podéis perderos.
Las Médulas (León). Hay paisajes que sobrecogen en cuanto se alza la vista, y en ese reducido grupo de lugares que logran hacerlo al instante se encuentran las Médulas, unas antiguas minas de oro romanas al noroeste de los Montes Aquilanos y junto al valle del río Sil. Declaradas Patrimonio Mundial por la UNESCO, forman una estampa misteriosa, de pináculos y montañas rojizas que esconden bajo sus entrañas el oro de los romanos. Llegar cuando los últimos rayos de sol se posan sobre las arcillas y tiñen toda la vista de colores rojizos es un lujo que enamora especialmente los aficionados a los atardeceres.
El faro de Trafalgar (Cádiz). Desde hace décadas, muchos de quienes se encuentran en la gaditana playa de los Caños de Meca se reúnen cada tarde para asistir a otro de esos atardeceres cuyo único defecto es que nos gustaría que durara más. Otra opción para los poco perezosos es verlo desde lo alto del Monte de Meca, donde se llega tras un paseo. El espectáculo comienza cuando un sol lleno de fuerza se va apagando tras la silueta del monumental faro de Trafalgar, una escena con mucho de mágico.
Campo de Criptana (Ciudad Real). Ver un atardecer entre los molinos de viento de Campo de Criptana es otra de esas experiencias que no defraudan lo más mínimo. El lugar donde Don Quijote se enfrentó a los “Gigantes” va adquiriendo un color entre rojizo y anaranjado que crea un espectáculo que deja el listón muy alto. La seductora panorámica resulta fascinante y deja con ganas de repetir. De 10.