Cuatro pueblos con esencia marinera para perderte en autocaravana
Hay quien dice que respirando el olor a mar se olvidan todas las penas. Al menos, momentáneamente. Y es que algo tiene la brisa marina que reconforta cuerpo y alma. Sin embargo, no es lo mismo respirarla en un lugar abarrotado de gente y entregado por completo al turismo que hacerlo en un pueblo pesquero en el que todo funciona por y para el mar. Por suerte, aún hay pueblos marineros que conservan su esencia a pesar de que el turismo también haya llegado a sus costas. Y descubrirlos en un viaje en autocaravana, de forma libre e incluso improvisada cuando haga falta, es todo un regalo. En la costa catalana encontraréis una buena muestra de que esos pueblos aún existen. Os proponemos cuatro pueblos pesqueros catalanes para caravanistas.
Sant Carles de la Ràpita
No es un pueblo pequeño, y sin embargo mantiene todo el encanto de los lugares que concentran su esencia en unos cuantos metros cuadrados. Con una marcada personalidad marina, Sant Carles de la Ràpita es un homenaje al mar y a todo lo que nos da. De hecho fue, y continúa siendo, un importante puerto pesquero, con lonja, fábricas de hielo y unas atarazanas para la construcción de barcos de hasta 30 metros de eslora.
A él siguen llegando langostinos, mejillones y ostras, además de que también son cultivados en unas bateas en la Bahía de los Alfaques. Situado en la tarraconense comarca del Montsiá, en el suroeste del Delta del Ebro, pasear por sus calles es empaparse de la cultura marinera que impregna este lugar, y de la que se puede aprender en el Museo de la Mar de l’Ebre. A un par de kilómetros podréis descansar con vuestra autocaravana en el camping Alfacs.
L’Ametlla de Mar
Justo en el extremo opuesto del Delta del Ebro hay otro pueblo pesquero que merece la pena conocer. L’Ametlla de Mar, conocido en la zona como La Cala, es uno de esos lugares mágicos de los que es fácil engancharse. Su puerto pesquero, donde se ven descargar desde sardinas hasta atunes pasando por prácticamente toda clase de capturas marinas, es el centro de esta localidad donde siempre han vivido navegantes y pescadores. Para quienes quieran saber más, cuentan con el Centro de Interpretación de la Pesca, donde realizan actividades relacionadas con el ámbito pesquero y la cultura marinera.
Un pueblo pesquero que mantiene sus tradiciones y donde además, las autocaravanas son bienvenidas. Podemos descansar al acabar la jornada en un camping en la misma localidad.
Calella de Palafrugell
En el Bajo Ampurdán, rodeado de pequeñas calas, un pequeño pueblo de casas bajas y calles estrechas da la bienvenida al autocaravanista en una atmósfera donde todo huele a mar. Cuentan que este bucólico pueblo de pescadores vio interrumpida su calma en el siglo XVIII cuando empezaron a llegar los piratas.
Y que fue entonces cuando los pescadores de Palafrugell, el municipio al que pertenece, se instalaron allí para protegerlo. Desde entonces, son muchos los que han hablado de este lugar que se ha resistido al turismo de masas, el mismo en el que vivió el famoso escritor y periodista Josep Pla. Cuando llegue la hora de regresar a la autocaravana, no tenemos por qué desplazarnos: el camping La Siesta se encuentra en la propia Calella.
Tamariu
También perteneciente al municipio de Palafrugell, Tamariu es otro antiguo pueblo de pescadores en el que ahora se reúnen turistas, caminantes y submarinistas con el mismo objetivo: disfrutar de la calma y el relax de este pueblo, rodeado de pinares, con una playa de aguas cristalinas que por sí sola merece una visita.
Era aquí donde antiguamente los pescadores guardaban sus utensilios de pesca y sus barcas, y aunque ahora la pesca no es la actividad principal, mantiene esa esencia marinera de los pueblos costeros que no han perdido su personalidad.
Tras la jornada, cuando llegue la hora de retirarnos a disfrutar del descanso en la autocaravana, podemos hacerlo en el camping Tamariu.
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