En la Toscana con Laika

Siente la tierra

Con casi 400 kilómetros de costa además de verdes montes y valles, la antigua tierra de los etruscos es toda una invitación al placer de viajar con los cinco sentidos. Porque a esta región italiana no solo se viaja con la vista. También se hace con el gusto, el olfato, el oído y hasta el tacto. Los Apeninos, rodeados de bosques salvajes en el norte, ofrecen decenas de opciones, pero también la isla de Elba o el valle del Arno. Sin olvidar el arte de su capital, Florencia, o el de ciudades como Pisa, Arezzo, Livorno, Volterra, Siena, Lucca, Pistoya… Un plan perfecto para autocaravanistas que busquen una ruta donde dar rienda suelta a todos los placeres.

 

Así es la Toscana y así son los productos de Laika, tan delicados como sofisticados. Desde los Apeninos al mar Tirreno hay decenas de trayectorias que elegir, y seguramente no os equivocaréis con ninguna de ellas. La que os proponemos se estrena con un baño en las aguas de Versilia, una playa entre Forte dei Marmi y Viareggio, el aperitivo con el que comprobaréis que la ruta apunta maneras: acantilados y arena fina antes de llegar a la original Lucca, un poco más al sur.

La parada en esta ciudad es casi obligada si sois amantes de la historia. Mantiene sus murallas medievales prácticamente intactas, toda una proeza si tenemos en cuenta que la ciudad fue una república independiente durante nada menos que 500 años y se dieron unos cuantos conflictos a su alrededor. Sin embargo, logró librarse de las guerras, y gracias a ello su centro histórico es como un viaje al esplendoroso tiempo de la Edad Media.

Aquí, en la llamada ciudad de las 100 torres y las 100 iglesias, vino al mundo el compositor Giacomo Puccini. Y su casa, ahora convertida en museo, es una de las visitas que resultan curiosas. Aunque si tenéis poco tiempo, lo que no podéis saltaros es la plaza del anfiteatro, uno de los emblemas de Lucca por su original forma ovalada.

 

Elba y Florencia

Desde Lucca podéis seguir hacia Pisa, la ciudad que acoge la famosa torre inclinada, además de la catedral, el cementerio y el Baptisterio, que merecen un buen paseo sin prisa. Aparcar en la Via Pratale y recorrer la ciudad a pie es algo que nos pide el cuerpo. Lo siguiente será recorrer la costa parando en donde el atractivo toscano os sugiera teniendo en cuenta que el objetivo es llegar a Piombino, desde donde podréis tomar un ferry a la isla de Elba, un imprescindible muy recomendable que resulta toda una aventura explorar.

La mayor isla del Parque Nacional de Archipiélago Toscano es un paraíso de 28 kilómetros de largo y 19 de ancho con un monte, el de Capanne, desde donde podréis divisar toda su superficie. Si sois aficionados al senderismo o la bicicleta de montaña, este es vuestro lugar: aprovechad para sacar la bici de la autocaravana y hacer una buena ruta recorriendo a fondo Elba, la isla que Napoleón hizo famosa.

Ya de regreso a Piombino podéis continuar hasta la laguna de Orbetello, al sur de Grosetto y aún en la costa, una superficie cubierta por la perfumada maquia mediterránea que domina los 650 metros del Monte Argentario. Desde allí, una buena opción es remontar hacia el norte y coger la SS223 hasta Siena.

Con un paseo por su centro histórico, declarado por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad en 1995, ya os habréis hecho un estupendo regalo. Aunque Florencia se lleve gran parte de la buena fama de esta región italiana, para muchos Siena es el otro corazón de la Toscana, y tan atractivo como la capital. Perderse por sus calles peatonales y admirar monumentos de la época de bonanza, como la famosa plaza del Campo y el Duomo, es todo un clásico.

Desde Siena toca elegir: visitar Arezzo, la histórica ciudad que ha logrado escapar del turismo de masas, donde se puede comenzar una ruta desde el castillo de los Medicis obteniendo una espléndida panorámica de la ciudad y recorrer luego los tranquilos pueblos que la rodean; o conocer la zona del Chiantti y atravesar un paisaje repleto de viñedos y pueblos con personalidad que descubren otra cara más de la Toscana.

El punto final antes de regresar al lugar donde comenzamos la ruta lo pone Florencia, una de las ciudades culturales por excelencia que no defrauda ni siquiera a los muy viajados. Las calles de este museo en carne y hueso cuentan historias de arte, ciencia y filosofía. De hecho, decenas de personajes ilustres han dejado aquí parte de su legado: Lorenzo de Medici, Dante Alighieri, Giovanni Boccaccio, Leonardo da Vinci, Buonarroti… El broche final perfecto a una ruta con mucho arte. Nuestra Layka está a la altura de las circunstancias.

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